Un verano de suma positiva

Hace unos meses contábamos la experiencia de Esker con GREFA (Grupo de Rehabilitación de la Fauna Autóctona y su Hábitat), la ONG que desde su Hospital de Fauna Salvaje, radicado en el Monte del Pilar (Majadahonda, Madrid), ya ha atendido a más de 60.000 animales. Como relatamos entonces, la iniciativa forma parte de nuestra estrategia ESG (Environmental, Social and Governance), a través de la cual apadrinamos aves financiando dispositivos GPS con los que es posible hacerles seguimiento una vez que se han recuperado de sus heridas y son puestas en libertad.

Sin embargo, el marco de colaboración de Esker con GREFA va mucho más allá, fieles a nuestra filosofía de crecimiento de suma positiva, esto es, que no se produce crecimiento real si no salen beneficiados todos y cada uno de los actores que participan, desde nuestros clientes a proveedores, pasando por los empleados y, cómo no, el medio ambiente.

La historia de Arturo

Por este motivo, este pasado verano ha sido un verano con GREFA, asistiendo a la liberación de dos aves: un búho real y un águila culebrera. Arturo, que es el nombre con que bautizamos al búho, ingresó en el Hospital de Fauna Salvaje con menos de un año de vida y es que, según explican los expertos de la ONG, durante la temporada de cría, son muchos los ejemplares que ingresan caídos de nido. 

Arturo, que fue recogido por la Policía Local de Fuenlabrada (Madrid), además, presentaba una complicación añadida: placas de trichomonas en la boca. La tricomoniasis aviar es una enfermad provocada por un protozoo que erosiona las mucosas y que es posible que Arturo contrajese a través de las palomas que sus padres cazaban para alimentarlo.

El personal veterinario lo trató y cuando pasó a rehabilitación se sumó al resto de ejemplares de búhos –este año han ingresado 14-. El objetivo era que recobrara fuerzas durante dos meses hasta que demostrara habilidades de vuelo. Cuando así fue, se procedió a su liberación en el mes de julio y un nutrido grupo de empleados de Esker asistimos a su regreso al hábitat natural.

Hermes y la importancia del GPS

Un pequeño esfuerzo se traduce en mucho. Este verano lo hemos podido comprobar también con el papel que cumplen los GPS en las aves, cada una de las cuales cuenta con una anilla identificativa en su pata para que, en caso de que alguien la encuentre, pueda comunicarse con GREFA.

La ONG venía haciendo el seguimiento a un águila culebrera y, gracias a la trazabilidad de su vuelo, los expertos se percataron de que durante un día entero no se había movido del sitio. Inmediatamente se dirigieron hacia su localización y, tras recogerla, detectaron que presentaba lesiones, probablemente, por haber recibido algún impacto. El Hospital la recuperó y la liberó a principios de agosto, pudiendo ser otra vez testigos de ello. 

El ejemplar de águila fue bautizada con el nombre de Hermes, el mensajero del Olimpo en la mitología griega. Hijo de Zeus y de la ninfa Maya, fue uno de los favoritos tanto de los dioses como de los hombres y mujeres y, con sus sandalias aladas, viajaba rápidamente de un lado para otro.

A diferencia del olímpico Hermes, que se podía hacer invisible gracias a un casco mágico que le regaló Hades, el águila culebrera no escapa de las pantallas de GREFA. Apenas quince días después de su suelta detectaron de nuevo que apenas se registraba movimiento. Hermes fue recapturada, constatando que presentaba una pequeña fractura como consecuencia de alguna pelea con otro ejemplar, por lo que al menos este año quedará ingresada recuperándose.

Tal y como explican los expertos de GREFA, “gracias al emisor GPS pudimos atenderla a tiempo y seguir dándole oportunidades en el futuro”. En este mismo sentido, desde la ONG destacan que “la información GPS es muy útil tanto para conservación como para los centros de recuperación de fauna”.

Desterrando el green washing

En un momento en el que abunda el green washing y se enmascara mero marketing como iniciativas medio ambientales, Esker quiere marcar la diferencia. De hecho, lleva muchos años haciéndolo pues hace más de una década, antes de que aparecieran los criterios ESG, la compañía ya colaboraba con organizaciones como Acciónatura en Galicia. No es la única, dado que desde entonces se han ido sumando muchas otras, desde Ecocolmena a SEO Birdlife, entre muchas otras.

No se trata de una visión oportunista producto de que los clientes valoran cada más más las marcas con un propósito, sino que Esker pretende contribuir a extender esta conciencia ecologista. De ahí la implicación de los empleados en la suelta de animales, conociendo de primera mano el trabajo de ONGs como GREFA, realizando paseos naturales con ellas e informándose para saber cómo actuar, por ejemplo, en caso de encontrar un ave herida. De hecho, el pasado verano, no fueron pocos los ejemplares hallados aturdidos por golpes de calor.

Extender nuestro compromiso ESG más allá de financiar los GPS –que ya es un paso importante, como hemos visto-; implicar a nuestra organización entera en la iniciativa tiene un efecto multiplicador en la sociedad. Un día, nuestros empleados aprenden en persona y en un entorno natural que si alguna vez encuentran un ave herida en el monte no han de ofrecerle ni comida ni bebida, saber a quién llamar y cómo seguir sus instrucciones, alertando si se producen cambios relevantes durante la espera, y al otro, se lo transmiten a sus amigos, al resto de la familia en un virtuoso efecto dominó.

Esa es la suma positiva que persigue Esker con las iniciativas ESG que pone en marcha, no sólo en el área medioambiental, sino también de la salud, educativa, etc. La compañía no sabe entender de otro modo su papel activo en la sociedad y, afortunadamente, nuestros empleados, clientes y proveedores son conscientes de ello y encontramos su respaldo.

¿Quieres saber qué es el crecimiento de suma positiva? Te lo explicamos aquí