Perder los papeles

Perder los papeles suele utilizarse como una expresión de connotaciones negativas: equiparamos papel a compostura, serenidad, lucidez. Y se entiende que dejar de estar en posesión de estos valores siempre acarrea comportamientos poco apropiados.

Bien, cambiemos de perspectiva y fijémonos en lo que vemos todavía en muchas oficinas de nuestros días: montañas de documentos sobre las mesas, archivadores que copan los departamentos, colas en la impresora, carreras desesperadas a y desde el fax; facturas a la intemperie, pedidos encima del mueble, montones de cartas apiladas esperando a que alguien las mueva de ahí. Todo un caos al servicio de un solo elemento, de un gran tirano que condiciona toda nuestra actividad y nuestros procesos de negocio: el papel. ¿No merecería la pena perder todos esos papeles?

En efecto, el excesivo papel en las empresas se ha convertido en un lastre para la competitividad. Ocupa espacio, requiere tiempo, su procesado y manipulado se hace tedioso, propicia errores y pérdidas. En definitiva, los negocios son más lentos y menos efectivos con él. Aparte de su impacto medioambiental, el doloroso peaje que suponen todos esos voluminosos documentos impresos en términos de árboles talados, emisiones de CO2 o consumo de agua.

En este Blog que en Esker arrancamos hoy vamos a perder los papeles todo lo posible, y sobre todo a ayudar a perderlos. Vamos a hablar, a enseñar, a intentar ilustrar sobre cómo los procesos empresariales pueden  llegar a ser mucho más eficientes y redondos a través de la tecnología. La automatización de tareas, la desmaterialización de los documentos, la gestión en la nube, los modelos bajo demanda, los servicios compartidos, la factura electrónica…  Ofreceremos nuestra experiencia y la de nuestros clientes para demostrar que, términos de negocio, sin papel se vive mucho mejor.

Y desde luego, estamos seguros de que se puede perfectamente perder los papeles sin perder la compostura.

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