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Gestión del cambio ¿Sin miedo? ¿A qué empresa le gusta cambiar? Pese a que Heráclito aludía a la transformación permanente cuando postulaba que nunca nos bañamos en el mismo río, la resistencia al cambio es un hecho que se manifiesta en innumerables órdenes de nuestra vida.
Especialmente cuando se trata de organizaciones. Una empresa que se plantea abordar un cambio en la forma en que actúa, opera, se desenvuelve o, simplemente, trabaja en el día a día, siempre va a encontrar reticencias. De directivos, de empleados, a veces de los propios clientes. Aunque sea evidente la necesidad de mejorar los procesos, y no digamos si no es tan evidente. ¿Para qué cambiar lo que está funcionando bien?
El cambio suele asustar. En términos tangibles, las personas en las empresas ven amenazado su bienestar laboral, su status…. y en última instancia su puesto de trabajo. En cualquier caso, ¿a quién le gusta que un buen día le digan “tienes que hacer las cosas de otra forma”?
La experiencia demuestra que los intentos de cambio que fracasaron fueron, sobre todo, los que se llevaron a cabo sin contar con las personas a las que implicaba. Estaban acostumbradas a trabajar de una manera y, de golpe y sin la menor explicación, fueron obligadas a cambiar toda su rutina de planificar, de proceder, de reportar.
Cuando una empresa toma la decisión de mejorar sus procesos de negocio para ser más eficiente y competitiva, por ejemplo a través de la automatización de esos procesos, no basta con que esté muy segura de que su proyecto transformador va a ser muy beneficioso para la compañía y para sus empleados. Debe, de alguna manera, convencer de ello y hacerlo participativo.
Como parte de su metodología, Esker propone diez pasos para una gestión del cambio exitosa:
- Consensuar el cambio, hacerlo una misión de todos.
- Hacer patente la necesidad, la urgencia del cambio.
- Involucrar a todos los actores.
- Crear un equipo que lo lidere, con representación de todos los actores.
- Mantener la confianza entre todos, minimizar la incertidumbre.
- Celebrar los éxitos puntuales que se vayan obteniendo en el proceso.
- Comunicar todos los pasos que se den, mantener la transparencia.
- Permanecer atentos a cualquier obstáculo, mostrar especial interés hacia los que sigan reticentes.
- Hacer visibles los beneficios, “vender” internamente el cambio.
- Consolidar el cambio en la cultura de la empresa.
En definitiva, todo cambio es menos aterrador cuando quien lo conduce considera a los demás como sus pasajeros, a los que no quiere otra cosa que llevar a buen destino. Cuando todos vean por sí mismos los beneficios, el cambio habrá triunfado. Pero no habrá terminado, porque es cierto, volviendo a Heráclito, que vivimos en permanente cambio.

Esker ayuda a las empresas a eliminar el papel de la gestión y del intercambio manual de documentos en los ciclos Order-to-Cash (ciclo de venta) y Procure-to-Pay (ciclo de compra). Por muy complejo que sea su entorno técnico o retos se presenten, los resultados con Esker siempre serán inmediatos: reducción de costes, empleados más felices y una mejor experiencia de cliente.