Factura electrónica, consumidores vs empresas

En las últimas semanas hemos asistido a informaciones curiosas, y algunas contradictorias, sobre la aceptación de la factura electrónica en España. Una cosa es que un gran número de consumidores estén acostumbrados a recibir en papel sus facturas de teléfono, gas, luz, etc… y les cueste cambiar; o que se quejen de la práctica de algunas operadoras de cobrarles un euro por enviárselas en dicho formato físico. Otra que, en realidad, muchos sí aprecien los beneficios del formato electrónico pero prefieran ser ellos lo que soliciten a las empresas que se las envíen en dicha modalidad. Se entiende que a la gente no le guste que le impongan sus hábitos.

Pero la experiencia nos dice que es cuando hablamos de negocios entre empresas cuando constatamos fácil y meridianamente los beneficios de la e-factura. También recientemente hemos sabido de estudios que revelan que las empresas que reciben facturas electrónicas  están ahorrando más de 300.000 euros al año.

En efecto, la evolución a la factura electrónica viene liderada por las empresas, sin olvidar la Administración, que en muchos países –y parece que ahora también en España– ha tomado la iniciativa y se han convertido en su verdadero impulsor, al establecer que gradualmente las  relaciones comerciales con sus proveedores se realicen electrónicamente.

En cualquier caso, hablamos de un camino de dos,  a seguir por las dos partes: el que envía la factura y el que la recibe. Uno no puede arrastrar al otro y, en todo caso, lo que puede hacer es demostrarle los beneficios y ofrecerle la posibilidad de utilizar los dos formatos hasta cuando quiera decidirse por prescindir del papel.

Cuando se pregunta a los consumidores, entienden que la principal ventaja de la e-factura es de carácter ecológico. Y lo es, y muy importante. Pero cuando preguntas a un departamento de compras o de facturación de una empresa, te hablan de reducir los costes de envío –entre un 40% o un 80%-, los tiempos de gestión –hasta en un 96%-, los errores de facturación –hasta en un 90%-, los ciclos de cobro, o mejorar la trazabilidad de sus documentos, además del ahorro de espacio que supone el archivo digital. No es lo que digan estudios o informes, sino lo que nos dicen los clientes que han decidido dar el paso con nosotros.

Por otro lado, en Esker entendemos que la transición a la factura electrónica es un paso que forma parte de una decisión mucho más estrategia por parte de las empresas, como es la automatización de sus procesos de negocio.

En definitiva, la factura electrónica es cosa de todos, pero quien mejor puede hablar de ella, a día de hoy, son las empresas.

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