Esker y GREFA, de la mano salvando aves

Las cuestiones ambientales, sociales y de gobierno (ASG o ESG por sus siglas en inglés) se han convertido en un elemento esencial de cualquier organización, hasta el punto de entrar en consideración a la hora de plantear estrategias de fusiones, adquisiciones o nuevas inversiones. Esta visión bebe directamente de los objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU.

La preocupación por el cuidado al medio ambiente y la sostenibilidad es una cuestión cada vez más compartida, inserta además en la espina dorsal de las estrategias ESG. La sociedad ha cambiado; es un hecho, y aquellas que empresas que se desmarquen de planteamientos ESG están abocadas a ser excluidas del foco del consumidor, ya sea doméstico o corporativo. Los consumidores han endurecido sus exigencias de estándares de sostenibilidad hasta el punto de cambiar o no de marca/proveedor en función de éstos.

Afortunadamente, a las empresas ya no sólo se les exige que maximicen el valor para sus accionistas sino que, además, asuman su correspondiente cuota de responsabilidad en el impacto que tienen en la sociedad. Esta tendencia se hace aún más patente cuanto más joven es el consumidor. En este sentido, el informe Business of Sustainability Index de GreenPrint, revela que el 75 % de los millennials de EEUU está dispuesto a pagar más por un producto ambientalmente sostenible y el 77% preocupado por el impacto ambiental de los productos que compran.

Más allá de meros financiadores

Las empresas han evolucionado aquella concepción de la Responsabilidad Social Corporativa (RSC) a una propuesta de valor mucho más amplia como es ESG. En el plano específicamente medio ambiental, resulta habitual apoyarse en terceros –normalmente ONGs- para poder cubrir esa parcela. Tiene todo el sentido: ¿por qué inventar la rueda si ésta ya está inventada?

Por todo lo mencionado anteriormente, es evidente el interés que puede tener una empresa en embarcarse en un proyecto ESG de la mano de una ONG pero, ¿qué interés puede tener una ONG en aceptar la mano tendida de una empresa? La financiación, claro está, es una de las principales razones para que esta relación cobre forma, pero no es la única.

No se trata únicamente de aportar el carro para esa rueda inventada, sino de ayudar también con los caballos que tiren de él. La reticencia tradicional que acusaban las ONGs a la hora de acercarse al capital privado, bajo esa visión equivocada de estar vendiendo el alma al diablo, ha dado un giro copernicano, precisamente, por la implicación de las empresas.

Son muchas las experiencias que demuestran que la colaboración de las compañías no se limita únicamente a financiar proyectos, sino que implican activamente a sus empleados, que se suman a la iniciativa y generan un efecto altavoz que amplifica el impacto del proyecto fortaleciéndolo. La propia empresa colaboradora contribuye a dar a conocer iniciativas en círculos y públicos a los que de otro modo sería más complicado llegar.

GREFA y Esker

Históricamente, Esker se ha involucrado activamente en la mejora de su entorno, hasta el punto de que su misma razón de ser, la digitalización y automatización, contribuye a mejorar la sostenibilidad. En esta línea, la compañía ha querido seguir reforzando este compromiso con el Planeta comenzando a colaborar con el Hospital de Fauna Salvaje de GREFA (Grupo de Rehabilitación de la Fauna Autóctona y su Hábitat), una ONG con más de cuatro décadas a sus espaldas dedicándose al estudio y conservación de la naturaleza.

Las experiencias ecologistas en las que Esker ha venido colaborando -rehabilitación y plantación de bosques, cooperación con entidades implicadas en la protección del medio ambiente o acciones de formación y concienciación, etc.-  se han convertido en el mejor aval para que GREFA confíe en nosotros como nuevo compañero de viaje.

De esta manera, Esker va a apadrinar a un ejemplar de ave que, tras ser rehabilitada en las instalaciones del hospital de GREFA, será devuelta al medio natural. Cuando lo haga, irá provista de un emisor GPS, cuyo objetivo es poder seguir las evoluciones del animal una vez puesto en libertad. Gracias a este dispositivo, cuyo coste cubre Esker, GREFA podrá también determinar cuáles son los métodos de liberación más apropiados para cada animal en atención a la especie, sexo o edad.

La ilusión de contribuir al cambio

Para una organización como GREFA, comprobar cómo no nos limitamos únicamente a financiar el dispositivo GPS resulta gratificante. El compromiso ESG va más allá de eso, al menos tal y como lo entendemos en Esker, de manera que nos involucramos en el mismo acto de liberación del ave recuperar a su medio natural y seguiremos su evolución gracias a los informes que periódicamente nos remitirá GREFA.

Para Esker es, pues, un proyecto ilusionante que nos brinda la oportunidad de conocer las instalaciones del hospital de GREFA, contribuyendo a la sensibilización de nuestros propios trabajadores y hacer crecer la red de voluntariado en iniciativas de este tipo. Así lo vivimos recientemente con SEO Birdlife (Sociedad Española de Ornitología), con quien también mantenemos colaboración disfrutamos de paseos conscientes por la Casa de Campo de Madrid para reconocer las especies de aves autóctonas de la zona.

Tiende a caerse en el error de que una estrategia ESG es coto privado para las grandes corporaciones, pero no es así. Cualquier empresa, independientemente de sus dimensiones, puede emprender medidas que contribuyan a mejorar su entorno. ¿Acaso una organización más pequeña no goza de mayor flexibilidad y, además de un contacto más cercano con sus clientes que me ayuda a comprender mucho mejor sus necesidades?

En cuestión medioambiental, son muchos los pasos verdes que pueden darse, desde cambiar los envoltorios, a reducir el plástico o apostar por la factura electrónica reduciendo el consumo de papel e insumos de oficina (cartuchos de tinta, tóner…). Todo suma a la hora de reducir la huella de carbón y Esker no escatima en ello.