Cómo espantar el gran temor a la exportación

Las nuevas tecnologías han allanado extraordinariamente el camino a la exportación sin necesidad de trasladarse a los países en los que se desarrolla la actividad. Sin embargo, abordar una estrategia de internacionalización no es una misión sencilla, pues está sujeta a muchas variables que es preciso tener en cuenta, desde la calidad de los mercados a los que nos dirigimos a la solvencia y seriedad de los nuevos clientes que encontramos allí.

Una de las mayores preocupaciones que surgen cuando una empresa se aventura a la exportación es el riesgo a sufrir impagos.

Entre los factores que pueden influir en ello se encuentra la elección del medio de pago más adecuado y, en función de ello, establecer eficaces políticas de recobros. El problema surge cuando esta elección no depende de la decisión unilateral del exportador, sino que entra en juego también el cliente, hasta el punto de que el medio de pago se ha convertido a día de hoy en una parte más de la negociación que determina el valor de la transacción comercial.

En función de la fórmula establecida (órdenes de pago simple, remesas, créditos documentarios, etc.) la empresa exportadora verá cómo varían desde la velocidad en el cobro, la recuperación de mercancía o, incluso, la propia seguridad de que el cobro termine efectuándose. Vaya por delante que, dado que en esta cuestión los intereses del exportador e importador están enfrentados, nunca lloverá completamente a su gusto y será necesario ceder alguna parcela.

Batiburrillo de pagos

Por si esta complejidad en los medios de pago no fuera ya bastante, la variedad de tipos de transacciones bancarias no es menor. De esta manera, una misma compañía que opere en diferentes geografías se puede topar con la necesidad de hacer frente a SEPA (Single Euro Payment Area), que intenta simplificar los pagos dentro de la zona euro; ACH (Automated Clearing House), que se utiliza en EEUU de manera muy parecida a SWIFT en Europa; o BACS (Bankers’ Automated Clearing System), empleada en Reino Unido para procesar las transacciones y transferencias electrónicas, entre muchos otros.

Para dar respuesta a este amplio abanico de medios de pago, ya existen soluciones tecnológicas que pueden hacer la vida mucho más sencilla a las empresas. Esker, gracias a su acuerdo con Stripe, permite a las organizaciones que reduzcan a la mínima expresión la complejidad de tener que tratar con diferentes proveedores locales de pago, pudiendo operar en más 40 países y 135 monedas en Europa, EEUU, Canadá, América Latina y Asia.

Reducir el DSO

Con este escenario de complejidad, en el que además es preciso añadir los entornos multidivisa, la necesidad de recurrir a la automatización del Order-To-Cash (O2C) se hace imperativa, no sólo en todo lo referente a la gestión de pedidos, sino también en las cuentas por cobrar. En el tema que nos ocupa, el objetivo es conseguir reducir todo lo posible el periodo medio de cobro o DSO (Days Sales Outstanding).

Para ello, uno de los primeros pasos es asegurarse de que la factura emitida se ajusta a la legalidad de la normativa vigente en el país donde operemos. De no ser así, podemos vernos en vueltos en un maremágnum burocrático que termine por ralentizar el cobro de esa factura. Así pues, disponer de un sistema capaz de enviar estas facturas según la normativa de destino y, además, adecuándose en la medida de lo posible a las preferencias de los clientes, resulta esencial.

Lejos de terminar el proceso, aun restarán muchas tareas antes de que el cobro culmine. Y es que entremedias pueden establecerse toda suerte de políticas de descuentos, como los efectuados por pronto pago. Tareas como estas pueden basarse en reglas, realizándose de manera automática y, además centralizada. Lo mismo sucede con el seguimiento necesario y permanente que ha de realizarse de los vencimientos de facturas, sistematizando en la medida que sea posible recordatorios a los deudores.

Por otro lado, en función del volumen de operaciones de exportación realizadas, reconciliar los pagos que se reciben con las facturas emitidas puede resultar un labor ardua si se realiza manualmente. También en este punto puede entrar la tecnología y soluciones  de Inteligencia Artificial (IA) como las de Esker, con su motor de reconocimiento y la verificación a doble o triple nivel, pueden conseguir una conciliación automática de los pagos recibidos hasta en un 95%.

En definitiva, digitalizar el ciclo de venta (O2C) con una solución como ésta, no solo proporciona una panorámica de 360º sobre los movimientos de los clientes, sino también ahorros de costes de hasta en un 70% y optimizar nuestro cash flow reduciendo drásticamente el DSO que es uno de los grandes temores en las estrategias de exportación.

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